viernes, 13 de enero de 2012

el pozo bajo la escalera

La Iglesia de San Millán, crónica de toda una historia y de una tragedia que se puede evitar.

(Imágenes: Campanario obtenidas del Informe de Francisco López Marín y Virgen de la Soledad por Juana Sánchez Sánchez)

El conocimiento de la existencia de la parroquia de San Millán es prácticamente milenario, estamos hablando de que en época musulmana ya se conocía la presencia de esta comunidad siendo de las tres parroquias cristianas la única que se nos conserva.

En este caso estamos hablando de su desenvolvimiento en una zona concentrada fuera de la muralla, extramuros donde no están acogidos a la ley intramuros y a merced de los enemigos y bandidos que pudieran generar estragos en sus propiedades.

Tras la reconquista, parece ser que el prior solicitó el nombramiento de la misma como colegiata, lo cual llevó a pleitear con Santa María de los Reales Alcázares para ver quien obtenía los derechos siendo claramente como sabemos Santa María la triunfal, tal y como nos cuenta Ruiz Prieto en su historia de Úbeda.

En el siglo XIII se va a construir una Iglesia románica de la cual nos queda poco ya que  fue remodelado en el siglo XVI y XVII para crear un templo con tres naves de las cuales solamente se llegó a construir el ábside, aprovechando los restos materiales reutilizados de la construcción anterior y los elementos no demolidos, lo cual denota dos ideas, o bien la búsqueda de una asequible reforma, o bien la falta de recursos que obligó a cerrar la remodelación como se pudo. Es en este siglo cuando se suprime su artesonado de estilo mudéjar por una falsa bóveda debiendo la configuración de sus capillas a una reforma acometida durante el siglo XVII.

De la fábrica románica procede también un interesante elemento que es el campanario de la Iglesia orientado hacia el noroeste y contando con un grosor en sus muros de piedra que hace pensar que fuese algún tipo de torre adelantada, cosa que solo se puede encuadrar dentro de las hipótesis.

El aspecto que ofrece hoy en día aunque remodelado por las desapariciones y modificaciones que lo afectan, a lo largo de su larga historia, se podría enmarcar dentro del llamado mudéjar zaragozano, contando el templo con el ya citado campanario del siglo XIII, una sola nave con una bóveda de arista del siglo XVI que vino a sustituir a un artesonado de madera mudéjar, al igual que su ábside, lugar en el que se encuadra una hornacina de estilo renacentista probablemente para la veneración del titular del templo, realizados en 1580, bajo la dirección de el arquitecto Solís, de la que procede el arco de la sacristía que es de estilo renacentista. 

Su Capilla Mayor fue realizada bajo el patronato de los Garrido en el siglo XVII y contaba con un desaparecido retablo del XVIII, contando también con una serie de capillas laterales algunas de las cuales muestran arcos apuntados de estilo mudéjar.



La historia de la Iglesia de San Millán siempre ha estado muy vinculada con la cofradía más antigua de la semana santa ubetense la de Nuestra Señora de la Soledad que es también la de los alfareros y albañiles, con especial vinculación a este barrio, tal y como vemos en las fiestas del barrio que se celebran el día de la Ascensión, tal y como estamos viendo en esta fotografía, en la que apreciamos las calles engalanadas, a la imagen de Nuestra Señora de la Soledad, obra de Amadeo Ruíz Olmos, procesionando con el fondo del arco mayor de la Iglesia.

Paradójicamente la cofradía de los albañiles y alfareros, ve el templo de sus titulares en un estado malo de conservación, por problemas estructurales en el campanario que se encuentra en una situación precaria…


Según el informe recibido por el Hermano Mayor Francisco López Marín, el lamentable estado del campanario hace que sea necesario un llamamiento tanto a la conciencia ciudadana, que también se podría encuadrar dentro del llamado “Patrimonio Mundial” como institucional ya que es un factor fundamental que los ciudadanos e instituciones protejan el que es el campanario más antiguo de la ciudad y que requiere una remodelación importantísima.

El campanario en su cubierta de cuatro vertientes encuentra un deterioro por la acción zoológica de las palomas, haciendo que corra riesgo, a lo que además debemos sumar los problemas derivados de las condiciones meteorológicas en las que el viento y la humedad, unidas a la ausencia lógica de impermeabilización generan una serie de daños al campanario que hacen que peligre su integridad. Los materiales empleados en su ejecución, son catalogados según el informe de “deficientes” factor que unido a los anteriormente mencionados agravan el problema.



Otro de los problemas establecidos según el informe es el de un pequeño ventanal en la parte superior del campanario que tiene como finalidad acceder al tejado para su mantenimiento, cosa que según el susodicho hoy no es necesaria y que es un foco importante de entrada de agua y animales que serviría solo para garantizar la menor duración de la restauración que se pueda aplicar, por lo que se propone su demolición.


Las actuaciones además de la demolición de la ventana de acceso al tejado, sería la desmontación de la cubierta, ya que en ella se han detectado una serie de filtraciones que hacen que las vigas de madera, de poco valor arquitectónico según el informe, se encuentre algunas en un estado de podredumbre que las puede conducir al colapso y precipitación del material de la cubierta sobre la base del campanario, por lo cual se debe actuar primeramente para sustituir y arreglar la cubierta, cambiando si fuera preciso la estructura portante (solo en caso de deterioro absoluto), colocar una lámina de impermeabilización y proceder a la reconstrucción de la cubierta, colocando una vez finalizadas las obras alguna malla metálica o dispositivo que permita repeler las palomas y que generen el menor daño posible de cara al futuro.



En este sentido el informe es firmado por el Hermano Mayor desde su óptica y profesionalidad con arquitecto técnico colegiado.
La problemática es cuando lo personal se mezcla con lo profesional, Francisco, en su informe da su opinión objetiva como arquitecto mientras que por otro lado él tiene una implicación personal ya que es hermano mayor de la cofradía más antigua de la Semana Santa que reside en este templo y ve como profesional como el campanario día tras día peligra, aún sin que la cofradía sea las responsable de este templo y queriendo una solución en la que ellos estan dispuestos a contribuir en la medida de sus posibilidades, como otras veces han hecho.

El amor que la cofradía de los albañiles tienen por su casa hace que donen su tiempo y su esfuerzo a reparar en templo en varias ocasiones viéndose limitados en esta ocasión por los medios necesarios consistentes en un andamiaje que constituye un gasto inasumible para la hermandad y buscando una solución en la propiedad, Diócesis de Jaén, en las instituciones públicas y en todos los organismos que puedan prestar ayuda a tan desesperada necesidad. Se ha planteado una solución tripartita en la que la cofradía aportaría la fuerza de trabajo dejando a la propiedad del edificio y a las instituciones oficiales los gastos de la obra tales como materiales y andamiaje, pero de momento no hay respuesta.

El deber como ubetenses es dar respuesta a las súplicas de la cofradía no desde un punto de vista solo religioso, para salvar una iglesia, sino para proteger el patrimonio de todos por el que en parte fuimos declarados con esa distinción de la UNESCO y pedir que las instituciones oficiales se movilicen para dar respuesta a un acuciante problema que pone en peligro una importantísima parte de nuestra historia.

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