lunes, 30 de septiembre de 2013

Museo de San Juan de la Cruz un lugar de Úbeda que merece ser oficial


Hace algunos meses la noticia inundó periódicos e incluso algunas cadenas de televisión, emisoras de radio y las felicitaciones por redes sociales y ante la noticia a los propios frailes, quienes solventaron una deuda histórica. Pero parece ser que ya nadie habla de esto y que el vuelco popular visto en un principio ha dormido el sueño de los justos. Esta entrada es una reivindicación para que los ubetenses nos concienciemos del valor de este lugar y sigamos manteniendo la ilusión y que si no se conoce se haga por donde tal y como yo lo hice a mis tiernos 8 años y desde entonces no ha pasado un solo día en el que no me acuerde de este lugar.


Recuerdo cuando siendo alumno de primaria, tuve la ocasión de conocer este fantástico lugar. Un fraile con acento raro, del que todos nos reímos al principio, fue nuestro guía, cambiándonos el semblante y la actitud cuando supimos que era portugués.

En mi eso supuso una curiosidad tremenda, y es que en mis pensamientos me preguntaba que era lo que había movido a esa persona a desplazarse desde su tierra a la mía, y si la figura a la que este museo estaba dedicada era tan importante como para eso, lo cual quedó respondido ya que uno de los poetas más célebres de nuestra literatura murió allí.



Los frailes hace ya varias décadas musealizaron, aunque sin ningún tipo de oficialidad, como colección privada, las antiguas partes del convento que ya no utilizaban para convertirla en un espacio pedagógico para transmitir la gran importancia que este Santo ha tenido así como mostrar los lugares relacionados con él, como se trata del oratorio, primer templo dedicado a San Juan de la Cruz y lugar de su muerte y enterramiento.

Hoy soy yo uno de los que tienen el privilegio de enseñar este lugar tan interesante, y aunque la formación para enseñarlo viene de los frailes que le siguen dando vida a día de hoy, todavía recuerdo de las palabras de ese portugués, dos de los datos más destacados en mi visita. El alto porcentaje de probabilidad de que un busto sea la verdadera cara de San Juan de la Cruz y el del Cristo de 4 clavos que se encuentra en el retablo del oratorio de una antigüedad de VIII siglos.



Sin duda visitar la colección de arte sacro en la sala de temática sanjuanista, es sin duda uno de los grandes placeres que podemos disfrutar en este museo, en el que se pueden obras atribuidas a célebres escultores como José de Mora, Pedro de Mena, o anónimos del siglo XVI utilizados por el santo.

La mística moderna se traduce en las aportaciones de artistas actuales que han dado sus obras a este museo y que podemos conocer en salas que antaño fueran celdas de los frailes y que ahora nos muestran obras antiguas del santo y un manuscrito con su firma, llegando a nuevas salas donde como si de una gran galería de arte se tratase se pueden ver algunas de estas obras, en la que destaca como no puede ser de otra manera la imagen en barro con sus llagas bien marcadas y con la representación de un manojo de espárragos signo de uno de sus grandes milagros.


En estos momentos se solicita el reconocimiento por parte de la Junta de Andalucía del Museo de San Juan de la Cruz como museo oficial como ya lo son el de la alfarería de Paco Tito, de la Calle Valencia y el museo arqueológico en la Casa Mudéjar, además de que esta colección de arte sacro es valiosa como buen museo no se ha perdido piezas sino que se han puesto en valor cada día más mostrando no solo las mismas sino nuevas que se han ido incorporando y en el que además sus salas lejos de quedarse estancadas por los centenarios muros del convento han crecido para ofrecer al visitante más lugares donde contemplar la temática sanjuanista.


Solo por lo que San Juan de la Cruz ha significado para persona como Juan Pablo II, Unamuno, Dalí, Julio Anguita y otros conocidos no precisamente cristianos, los lugares que este personaje recorrió merecen ser de especial interés y en el caso del museo de Úbeda sin duda debe ser Museo Oficialmente reconocido, porque lo merece por tradición, por historia y porque en él no se han perdido piezas sino que día a día se ha enriquecido para ofrecer una visión más completa de una figura irrepetible.

lunes, 2 de septiembre de 2013

El Castillo de Canena, una joya vandelviriana


El Castillo de Canena, cuando se viene desde Bailen a Úbeda, pasando por Linares, es perfectamente visible desde la carretera, pese a la nueva autovía que conecta Úbeda con Ibros. Un enclave de primer orden en la parte elevada del pueblo cercana a la naturaleza que sin duda sería utilizada por los hombres que le dieron vida para su divertimento en cacerías. 

Francisco de los Cobos Molina secretario de estado de Carlos I, ejerció como mecenas de esta construcción, cuando compró el señorío de Canena tras su enajenación a las órdenes militares, edificando un Castillo-Palacio del que al parecer hubo antecedentes, destruido por las disputas internas entre nobles y reyes en el reino de Castilla. 


El castillo se basa en los castillos italianos que mezclan la función defensiva con la función residencial. Un perímetro con foso, cuatro torres circulares, ventanas elevadas y enrejadas, troneras por la parte inferior, una única puerta con su correspondiente pasadizo, son algunos de los elementos a tener en cuenta en este rol de castillo tradicional y en cuyo interior tiene lugar un palacio de estilo renacentista en el que se mezclan elementos propios de este estilo como el patio en doble galería y tejado orientado a las cuatro vertientes, terrao de estilo veneciano, uso de elementos mitológicos, etc.,


Los artífices de este castillo, que tiene arquitectura, cantería y escultura son tres, Vandelvira al frente de la construcción, Jamete, quien hiciera las tallas de la capilla del salvador, al frente del programa escultórico y Castillo, conocido cantero quien probablemente asesoró a Vandelvira en su traza y se ocupó del abastecimiento de piedra en sillar para su edificación.


El castillo actualmente residencia, solamente puede visitarse una azotea a la que se acceden a dos de sus cuatro torres circulares, la entrada en la que hay una interesante colección compuesta por armaduras, armas y algunos objetos suntuarios como un púlpito, sillas talladas y una intersante mesa realizada en marmol con incrustaciones de cuarcita, alabastro y lapis lazulli. Aunque de todas las estancias la que se lleva la palma por su originalidad es el patio, sobrio en escultura pero con mucha arquitectura en la que se mezclan arcos de medio punto en la parte inferior con arcos adintelados y en las traseras con escarzanos. Los tondos se decoran con unas interesantes representaciones, que tratándose de Jamete bien pudiera ser representaciones de las pasiones del ser humano y los capiteles, de estilo jónico, en lugar de mostrarse al frente orientados hacia el patio, sus volutas se miran la una a la otra, muy original y de gran elegancia. Como es típico de Vandelvira el patio se mantiene intacto apartando la escalera en un medio cajón y de especial originalidad es un arco que sujeta y apuntala los ángulos del cuadrado creando un juego visual inusual, que me temo se realiza para facilitar el acceso al patio desde el recibidor creando un elemento que no entorpece a ese arco y repitiéndose en los otros tres ángulos para proporcionar una perfecta simetría. 




El Castillo ha pasado desde el siglo XX por varias propiedades. En las cortes de Cádiz en 1810, se abolieron los señoríos y los marqueses de Camarasa, abandonaron el castillo. Fue vendido por mal estado de conservación en la posguerra civil y su comprador un constructor de Úbeda lo revendió veinte años más tarde por no poder demolerlo para aprovechar su material para la construcción de un colegio, pasando a ser comprado por un turista inglés, constructor también quien lo compró por un millón ochocientas mil pesetas, siendo este hombre su restaurador. El castillo pasa a la familia actual por una nueva vente en 1984 y actualmente se cede para celebraciones y eventos.


Es quizás este carácter privado lo que hace que durante la visita encontremos elementos que quizás no sean apropiados para un entorno histórico como este, tales como trofeos de caza o esculturas marmóreas colocadas sin sentido en un patio que por si solo es más que suficiente. Es acertado el uso de tapices, armaduras y alfombras.


En su conjunto merece la pena conocerlo y las estancias privadas deben de ser otro activo al que no podemos acceder, espero que los dueños lo replanteen y esa prohibición solo sea de momento.