viernes, 17 de mayo de 2013

Vilches, pueblo de origen troglodita...

Muchas veces me pregunto si somos conscientes de los tesoros que nos perdemos por desconocimiento de nuestra geografía. Y es que en verdad hay lugares sobrecogedores que pasan inadvertidos, bien porque no pueden competir en cantidad con otros lugares de turismo históricamente consolidados, o porque no se promocionan debidamente, o porque su rural configuración los hace difíciles de conocer. 

vista de San Miguel y de sus cigüeñas

A pocos minutos de Despeñaperros de camino a Úbeda se encuentra un lugar rural, cuyo poblamiento dependió de la roca desnuda para subsistir; Vilches, municipio de la llamada comarca del Condado de Jaén, y que cuenta entre su patrimonio con una fantástica Iglesia monumental, San Miguel, construída con la rojiza piedra que caracteriza el terreno y que se erige a los pies del cerro del Castillo en el que se encuentran los restos de la fortaleza que con el paso del tiempo se fue convirtiendo poco a poco en la ermita de la Virgen del Castillo, santuario de la patrona, quedando de la antigua fortaleza un antiguo torreón circular, un trozo de muralla caído conocido con el nombre de la peña del niño dormido y un antiguo pasadizo de la muralla, la puerta del moro.

la peña del niño dormido

torreón circular

Vilches fué un pueblo que vivió y vive de los recursos naturales, así su extenso paisaje de dehesas fue durante muchos años lugar de ganadería porcina, de la que por la dedicación al olivar queda cada día menos, pero si de verdad hay un patrimonio que hace a Vilches singular es el hecho de que sus habitantes dependieron de una minería vinculada a las cuencas de Sierra Morena, en la que los desposeídos, crearon una red de viviendas troglodíticas excavados en la roca de los cerros que conforman la población. 



Cuevas que dan respuesta a la necesidad de vivienda, para una población sin más recursos que su fuerza de trabajo, una población que utiliza lo que nadie aprovecha económicamente para construir sus viviendas y que unido a una carencia de propiedad hacen posible la vida.



La coformación del patrimonio monumental se encuentra en un cerro empinado que comienza con la Iglesia de San Miguel para subir hasta la ermita del Humilladero, donde se venera a San Sebastían y en cuyo camino podemos encontrar algunas casonas antiguas de gente más pudiente.

exterior Iglesia San Miguel


El tramo final hasta la ermita del Castillo es el más empinado y del que mejores vistas se gozan, bien a sus cuevas de impresionante belleza y cantidad o bien a los embalses y recursos acuáticos de la provincia de Jaén. En la ermita del Castillo se puede observar una panorámica vista de todo el pueblo y una vista de la importancia estratégica de la localidad, que se traduce en la cercanía con otro castillo que es patrimonio también de esta localidad, la fortaleza de Giribaile, castillo Almohade edificado en una meseta que fue lugar de asentamiento de un poblado Íbero y de un complejo troglodita visigodo con eremitorio conocido como las cuevas de Espeluca.


 Cuevas de la Espeluca

 exterior ermita del Castillo

interior ermita del Castillo

El poblado de Giribaile tiene en Vilches un instrumento para ser conocido, el Centro de Interpretación Arqueológica de Giribaile, construído en un antiguo colegio y que une el conocimiento científico de la excavación con elementos tecnológicos, visuales y maquetas para conocer la grandeza de una localidad que presumía de poseer 3000 habitantes en el siglo II a.C.


imágenes en el CIAG

El interior de la Iglesia de San Miguel, con retablos barrocos y un extremo cuidado es un atractivo que hace que el visitante conozca no solo un patrimonio religioso sino también militar al contemplar en una vitrina los tesoros de una gran batalla que cambio la historia, la de las Navas de Tolosa, en esa vitrina se conservan los llamados trofeos de la batalla entregados a la cofradía de los ballesteros y que a día de hoy son el vestigio histórico más importante de la misma.





En Resumen un lugar desconocido, con encanto rural y que merece la pena poder sacrificar una parte de nuestro tiempo para detenernos en un pasado memorable, tranquilo y con tanto sabor...



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