sábado, 27 de julio de 2013

La restauración de San Millán en Úbeda


En Facebook hará unos dias publiqué la foto con la que se encabeza este artículo en la que se apreciaba el patio de los leones de la Alhambra de Granada, entre los años 1917 y 1922. En esa restauración, tal cual me hablaron en la carrera de ella, parece ser que como ese estilo se consideraba propio de los musulmanes, se generalizó en las restauraciones de edificios árabes y en el caso de la Alhambra la fuente de los leones se completó con una taza sobre zanco con decoración lineal y vegetal y se añadieron cúpulas de azulejos vidriados en los templetes adelantados que rompieron la auténtica estética que tenía el patio en su origen y que podemos ver en los tejados que se encuentran tras los templetes.

Indudablemente os preguntaréis que tiene que ver esto con la restauración del templo de San Millán, o más bien de su campanario, que tanto trabajo, esfuerzo y dinero ha costado y que a día de hoy es una realidad. 

Las modas han sido muy dañinas con las restauraciones en cuanto a la estética original, y en el caso de Úbeda muchos de los templos decorados con tejas vidriadas, que según las personas con las que me he asesorado, es herencia del estilo mudéjar y que tenían la función practica de durar más fueron suprimidas en determinadas épocas por tejas sin vidriar por modas de restauración y que han sido de menor duración.

Esto podría plantear una paradoja magistral, en la que por un lado, lo inapropiado de las restauraciones y arreglos que se hacían, y por otro lado que gracias a eso y a los menores costes que a veces se daban podemos seguir hablando de ese patrimonio con pruebas visibles y verificables.

En Úbeda a veces da miedo hablar de la restauraciones, por las críticas excesivas que cualquier restauración implica, ya que no llueve a gusto de todos y por desgracia en Úbeda cualquier cambio nos parece mal. Pero quizás más que valorar la buena o la mala restauración mucha veces debemos pensar que eso garantiza el patrimonio y una vez garantizado como pasó en el caso de la Alhambra se puede decir: "esto no se hizo bien y por tanto vamos a recuperarla tal cual se hizo" pero si no conservamos nada o si hay algo donde antes haía otra cosa es casi imposible poder rectificar. Cuesta dinero, cuesta fotos, cuesta muchas cosas. Pero, no hay que valorar lo material sino lo sentimental de poseer vestigios de nuestro pasado; luego entonces podremos hablar de malas prácticas, como restauraciones inadecuadas, o faltas de documentación histórica, o de prácticas de recortes presupuestarios para ganar trabajos frente a otras empresas, con el único fin de conseguir dinero y fama a cualquier costa, implicando esto muchas veces, que para conseguir el trabajo se tiene que recortar en materiales, que a su vez redunda en la calidad de la restauración, como hemos podido ver también por desgracia en muchos monumentos. Esas personas no son dignas de llamarse restauradores, son enemigos del patrimonio para su lucro personal o su ansia de fama.
Con respecto al campanario de San Millán, siendo la Iglesia más antigua de Úbeda y el campanrio de estilo mudéjar más antigo de la ciudad. No podemos olvidar el detalle de ser un templo que rivalizó en el siglo XIII con Santa María para ostentar el título de Colegiata y que sin duda fue junto a esta y San Pablo los templos de especial relevancia que Úbeda poseyó.

Tal y como denuncié hace tiempo en este mismo blog, la pérdida de este campanario, que estaba en condiciones deleznables sería algo imperdonable para los responsables, pero una vez más la cofradía más antigua de Úbeda, que tiene su sede en el templo más antiguo de Úbeda ha hecho un esfuerzo sobrehumano en el que San Millán podrá aguantar más.

Aunque esto asegura la continuidad del campanario, no puedo decir que esté de acuerdo con la restauración que se ha aplicado al cien por cien, ya que en este sentido la sustitución de lagunas y el llagueado de la piedra aplicado es bastante mediocre igual que el que se realizó para la Iglesia de la Santísima Trinidad, aunque bien es cierto que en este último ejemplo lo justifique por el escaso presupuesto y aquí tiene pinta de ser por lo mismo, si bien es cierto que en el caso de San Millán la limpieza en el llagueado es casi inexistente mostrando imágenes como estas, y que sin duda requería más que mortero, cantería. Esperamos que en un futuro no muy lejano quede disimulado o se sustituyan las lagunas por cantería.

Debo aplaudir la elección de la teja vidriada para la reconstrucción del mismo y creo que sin entrar en sesudos debates sobre la idoneidad o no de la restauración esto la garantiza unos cuantos años más, lo cual por el valor del templo es algo que merece la pena destacar enormemente, de lo que me siento orgulloso pues con mi aportación, poca y significativa, esta Iglesia cuenta con mi nombre en las tejas de su campanario. 

Felicidades a la Cofradía de la Soledad por la restauración y gracias por esta foto de mi teja espero que este artículo sirva para la crítica constructiva y que se tome como tal y nunca pretende desprestigiar el esfuerzo sino mejorar los resultados.


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