Uno de los relieves y personajes más característicos que tiene, como toda buena ciudad que se precie, la ciudad de Jaén, es la mona que se encuentra en la parte trasera de la catedral coincidiendo con uno de los pocos restos góticos que quedan del anterior edificio al que realizó Vandelvira.
Cuenta la leyenda que se decía que en Jaén nadie podía pasar por delante de la mona porque traía malas consecuencias, siendo ese callejón un espacio vacío y desierto. Un día unos niños se jactaron de que no solo habían pasado por el callejón, sino que además se habían reído de la mona, y poco a poco se fue extendiendo el rumor de que no pasaba nada y la gente empezó a acudir en grupo para insultar a la mona como signo de reírse de la mala suerte atribuída que no era tal. Uno de los niños del grupo cogió una piedra y se la tiró y acto seguido empezó a convulsionar y a enfermar gravemente muriendo a los días, lo que hizo que la gente de Jaén, volviera a considerar que había que tener mucho cuidado con la mona, respetando de esta forma la figura.
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