lunes, 2 de septiembre de 2013

El Castillo de Canena, una joya vandelviriana


El Castillo de Canena, cuando se viene desde Bailen a Úbeda, pasando por Linares, es perfectamente visible desde la carretera, pese a la nueva autovía que conecta Úbeda con Ibros. Un enclave de primer orden en la parte elevada del pueblo cercana a la naturaleza que sin duda sería utilizada por los hombres que le dieron vida para su divertimento en cacerías. 

Francisco de los Cobos Molina secretario de estado de Carlos I, ejerció como mecenas de esta construcción, cuando compró el señorío de Canena tras su enajenación a las órdenes militares, edificando un Castillo-Palacio del que al parecer hubo antecedentes, destruido por las disputas internas entre nobles y reyes en el reino de Castilla. 


El castillo se basa en los castillos italianos que mezclan la función defensiva con la función residencial. Un perímetro con foso, cuatro torres circulares, ventanas elevadas y enrejadas, troneras por la parte inferior, una única puerta con su correspondiente pasadizo, son algunos de los elementos a tener en cuenta en este rol de castillo tradicional y en cuyo interior tiene lugar un palacio de estilo renacentista en el que se mezclan elementos propios de este estilo como el patio en doble galería y tejado orientado a las cuatro vertientes, terrao de estilo veneciano, uso de elementos mitológicos, etc.,


Los artífices de este castillo, que tiene arquitectura, cantería y escultura son tres, Vandelvira al frente de la construcción, Jamete, quien hiciera las tallas de la capilla del salvador, al frente del programa escultórico y Castillo, conocido cantero quien probablemente asesoró a Vandelvira en su traza y se ocupó del abastecimiento de piedra en sillar para su edificación.


El castillo actualmente residencia, solamente puede visitarse una azotea a la que se acceden a dos de sus cuatro torres circulares, la entrada en la que hay una interesante colección compuesta por armaduras, armas y algunos objetos suntuarios como un púlpito, sillas talladas y una intersante mesa realizada en marmol con incrustaciones de cuarcita, alabastro y lapis lazulli. Aunque de todas las estancias la que se lleva la palma por su originalidad es el patio, sobrio en escultura pero con mucha arquitectura en la que se mezclan arcos de medio punto en la parte inferior con arcos adintelados y en las traseras con escarzanos. Los tondos se decoran con unas interesantes representaciones, que tratándose de Jamete bien pudiera ser representaciones de las pasiones del ser humano y los capiteles, de estilo jónico, en lugar de mostrarse al frente orientados hacia el patio, sus volutas se miran la una a la otra, muy original y de gran elegancia. Como es típico de Vandelvira el patio se mantiene intacto apartando la escalera en un medio cajón y de especial originalidad es un arco que sujeta y apuntala los ángulos del cuadrado creando un juego visual inusual, que me temo se realiza para facilitar el acceso al patio desde el recibidor creando un elemento que no entorpece a ese arco y repitiéndose en los otros tres ángulos para proporcionar una perfecta simetría. 




El Castillo ha pasado desde el siglo XX por varias propiedades. En las cortes de Cádiz en 1810, se abolieron los señoríos y los marqueses de Camarasa, abandonaron el castillo. Fue vendido por mal estado de conservación en la posguerra civil y su comprador un constructor de Úbeda lo revendió veinte años más tarde por no poder demolerlo para aprovechar su material para la construcción de un colegio, pasando a ser comprado por un turista inglés, constructor también quien lo compró por un millón ochocientas mil pesetas, siendo este hombre su restaurador. El castillo pasa a la familia actual por una nueva vente en 1984 y actualmente se cede para celebraciones y eventos.


Es quizás este carácter privado lo que hace que durante la visita encontremos elementos que quizás no sean apropiados para un entorno histórico como este, tales como trofeos de caza o esculturas marmóreas colocadas sin sentido en un patio que por si solo es más que suficiente. Es acertado el uso de tapices, armaduras y alfombras.


En su conjunto merece la pena conocerlo y las estancias privadas deben de ser otro activo al que no podemos acceder, espero que los dueños lo replanteen y esa prohibición solo sea de momento.

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